miércoles, 19 de noviembre de 2014

FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900)

FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900)


INTRODUCCIÓN: EL VITALISMO

       Es vitalista toda teoría filosófica para la que la vida es irreductible a cualquier categoría extraña a ella misma. Esta doctrina tuvo éxito en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Las  corrientes vitalistas se diferencian por su concepto de vida: la comprensión de la vida en el sentido biológico subraya el papel del cuerpo, los instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza y la lucha por la subsistencia; el vitalismo de Nietzsche se incluye en este grupo. Por su parte, la vida en el sentido biográfico e histórico entiende la vida como conjunto de experiencias humanas dadas en el tiempo, tanto en su dimensión personal o biográfico como en su dimensión social o histórica; Ortega y Gasset es vitalista en este sentido. El vitalismo es una doctrina contraria al racionalismo, y sus conceptos más importantes son: temporalidad, historia, vivencia, instintos, irracionalidad, corporeidad, subjetividad, perspectiva, valor de lo individual, cambio, enfermedad, muerte, finitud... Cabe entender la totalidad de la filosofía de Nietzsche como el intento más radical de hacer de la vida lo Absoluto. La vida no tiene un fundamento exterior a ella, tiene valor en sí misma; y la vida entendida fundamentalmente en su dimensión biológica, instintiva, irracional. La vida como creación y destrucción, como ámbito de la alegría y el dolor. Por esta razón, Nietzsche creyó posible medir el valor de la metafísica, la teoría del conocimiento y la ética a partir de su negación o afirmación de la vida.

       En su obra juvenil "El nacimiento de la tragedia", Nietzsche cuestionó la valoración tradicional del mundo griego que situaba en la Grecia clásica (el siglo de Pericles) el momento de esplendor de la cultura griega, considerando a Sócrates y Platón como los iniciadores de lo mejor de la tradición occidental, laracionalidad. Frente a esta interpretación, Nietzsche da más importancia a la Grecia arcaica, la del tiempo de Homero, y sitúa en el siglo V a. C. el inicio de la crisis vital del espíritu griego. El pueblo griego antiguo supo captar las dos dimensiones fundamentales de la realidad sin ocultar ninguna de ellas, y las expresó de forma mítica con el culto a Apolo y a Dionisos. Apolo, dios de la juventud, la belleza y las artes, era también, según Nietzsche, el dios de la luz, la claridad y la armonía, y representaba la individuación, el equilibrio, la medida y la forma, el mundo como una totalidad ordenada y racional. Para la interpretación tradicional toda la cultura griega era apolínea, concibiendo al pueblo griego como el primero en ofrecer una visión luminosa, bella y racional de la realidad. Nietzsche consideró que esta interpretación es correcta para el mundo griego a partir de Sócrates, pero no para el mundo griego anterior. Frente a lo apolíneo, los griegos opusieron lo dionisíacoDionisosdios del vino y las cosechas, de las fiestas presididas por el exceso, la embriaguez, la música y la pasión, y según Nietzsche, el dios de la confusión, la deformidad, el caos, la noche, los instintos, la disolución de la individualidad; los griegos representaban en Dionisos una dimensión fundamental de la existencia, que expresaron en la tragedia y que fue relegada en la cultura occidental: la vida en sus aspectos oscuros, instintivos, irracionales, biológicos. La grandeza del mundo griego arcaico estribaba en no ocultar esta dimensión de la realidad, en armonizar ambos principios, considerando incluso que lo dionisíaco era la auténtica verdad. Sólo con el inicio de la decadencia occidental, con Sócrates y Platón, los griegos intentan ocultar esta faceta inventándose un mundo de legalidad y racionalidad (un mundo puramente apolíneo, como el que fomenta el platonismo). Sócrates inaugura el desprecio al mundo de lo corporal y la fe en la razón, identificando lo dionisíaco con el no ser, con la irreali­dad. En sus obras posteriores, Nietzsche desarrolla esta idea del inicio de la decadencia occidental en la Grecia clásica: Platón instauró el error dogmático más duradero y peligroso: "el espíritu puro", el "bien en sí", el platonismo o creencia en la escisión de la realidad en dos mundos ("Mundo Sensible" y "Mundo Inteligible o Racional") . Este dogmatismo es síntoma de decadencia pues se opone a los valores del existir instintivo y biológico del hombre. La degeneración de la cultura en virtud de la filosofía griega triunfó en la cultura occidental con el ascenso de la moral judeocristiana y del monoteísmo, pervirtiendo desde la raíz el mundo occidental. Así, la crítica de Nietzsche a la cultura occidental se refiere a todos los ámbitos: la filosofía por inventar un mundo racional, la religión un mundo religioso y la moral un mundo moral; en definitiva, la decadencia del espíritu griego antiguo supuso el triunfo de lo apolíneo sobre lo único real, según Nietzsche, lo dionisíaco, el “espíritu de la tierra”.

A. II. LAS RAÍCES DE LA CULTURA OCCIDENTAL: EL PLATONISMO
II.1. Nietzsche nos ofrece la siguiente descripción de lo  momentos de la historia de la decadencia occidental:
1. Mundo griego hasta el siglo de Pericles (s. V a.C.): es la época de esplendor del mundo griego pues no se ocultan dimensiones fundamentales y trágicas de la vida (lo irracional, la temporalidad, la enfermedad y la muerte). Sus dos grandes construcciones espirituales, el arte trágico y la religión politeísta, junto con la moral heroica de la excelencia y del valor, afirmaban la vida, cuya expresión simbólica adquiría su máxima densidad en lareivindicación de lo dionisíaco.
2. Inicio de la decadencia: Eurípides, Sócrates y Platón. Con ellos comienza la cultura occidental y la decadencia respecto del tono vital ante­rior; dan lugar al “platonismo”, o creencia en la existencia de un Mundo Verdadero, Objetivo, Bueno, Eterno, Racional, Inmutable, y el desprecio de las categorías de la vida (el cuerpo, la sexualidad, la temporalidad, el cambio, la multiplicidad e individualidad,...). Ellos dan lugar a la Ciencia y la Metafísica y a las condiciones que permiten la aparición de la Religión y la Moral.
3. Presencia del cristianismo: el cristianismo es  “platonismo para el pueblo”, y con él las ideas exclusivas de uno pocos, los filósofos, se extienden a todos los hombres: el dualismo ontológico y antropológico son de dominio público; el mundo inteligible de Platón pasa a ser lo Infinito o mundo divino, el mundo sensible el mundo terrenal, el alma se opone al cuerpo. El cristianismo influirá en la filosofía puesto que  todos los filósofos son en el fondo teólogos; con el cristianismo comienza la moral de los esclavos.
4. Edad Moderna: comienza la crisis del “platonismo” y del cristianismo. La propia filosofía prepara la “muerte de Dios”, el empirismo, la Ilustración y ya en el siglo XIX el materialismo cada vez más pujante muestra el carácter ilusorio de las creencias anteriores.
5. Actualidad: la Edad Contemporánea es una época de crisis y Nietzsche encuentra en la “muerte de Dios” el fundamento básico de esta crisis: aquello que había servido de orientación a toda la cultura desaparece del horizonte y el hombre se encuentra desorientado. Esta crisis es necesaria para la aparición de una nueva forma de estar en el mundo, para la aparición de un hombre nuevo (el superhombre) y de una nueva concepción de la vida (la que identifica la voluntad de poder con la esencia de la realidad).
 
II.2. Platonismo es toda teoría que escinde la realidad en dos mundos: un mundo verdadero, dado a la razón, inmutable y objetivo, y un mundo aparente, dado a los sentidos, cambiante y subjetivo. La filosofía y la religión son una forma de platonismo y defienden la misma concepción de la realidad, aunque con palabras distintas. Platón articuló con precisión y radicalidad esta tesis básica del pensamiento occidental; por lo demás, el platonismo, gracias al cristianismo, se ha instalado en la cultura y viene a ser la actitud de todos los hombres de nuestra civilización. Para el platonismo la realidad no cambia y lo que cambia no es real; el auténtico ser es inmutable. La filosofía nace con el paso del mito al logos y la superación de las des­cripciones del mundo basadas en la imaginación y la narración metafórica por las descripciones racionales, precisas y objetivas, que ofrecen conceptos antitéticos (ser/apariencia, razón/sentidos, alma/cuerpo, lo permanente/el cambio, unidad/multiplicidad). Estas creencias están ya en los presocráticos –excepto Heráclito, al que Nietzsche respeta– pero adquieren su más radical expresión en Sócrates y en Platón. Nietzsche es el filósofo que más lejos ha llevado la reivindicación de la vida y la corporeidad, del ámbito en donde se dan “la muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento”, y por lo tanto la superación del platonismo. Nietzsche explica la aparición del platonismo mostrando que dicho actitud es interesada y consecuencia de la no aceptación de la realidad en toda su crudeza, la realidad como lugar en el que se da la vida, el orden, pero también la muerte, el caos...; la cultura occidental se inventa un mundo (objetivado en Dios gracias al cristianismo) para encontrar consuelo ante lo terrible del único mundo existente, el dionisíaco. La filosofía nietzscheana es el intento más radical de la historia del pensamiento de superar el platonismo y defender la tesis opuesta: la existencia de un mundo irracional y carente de sentido trascendente, la vida.

A. III. LAS CRÍTICAS DE NIETZSCHE A LA CULTURA OCCIDENTAL
III.1. A la idea del conocimiento
         Validez de los conceptos. En general, la filosofía ha creído que los conceptos pueden reflejar correctamente la realidad y que las relaciones entre los conceptos son capaces de representar las relaciones entre las cosas. Para ello aspiró a la definición precisa de cada término, al rigor en el uso de las palabras y a su aplicación unívoca y no metafórica. Consideraba que entender una realidad es subsumirla en un concepto, disponer de un concepto para comprenderla. La tradición filosófica pudo defender este punto de vista al afirmar la existencia de dos formas de ser: la esencia o propiedades básicas, y los rasgos accidentales que dan lugar a las diferencias entre individuos. Pero, ¿qué ocurriría si no existiesen las esencias ni nada absolutamente idéntico entre dos objetos, y si ni siquiera un objeto fuera idéntico a sí mismo puesto que cambia, aunque tal vez imperciblemente, a lo largo del tiempo? Esta es precisamente la tesis de Nietzsche: en el mundo no existen esencias, no existe un rasgo (o varios rasgos) que se encuentre en todos y cada uno de los de los individuos; ni siquiera existen los objetos, pues la identidad que nosotros les atribuimos, su ser los mismos con el paso del tiempo es una consecuencia de nuestro modo substancialista de representarnos la realidad. Dada esta creen­cia, claramente heracliteana, no es extraña su afirmación de que el pensamiento conceptual no es un buen re­curso para expresar la realidad. La misma palabra no puede servir para referirnos adecuadamente a dos cosas distintas, pues si cubre bien la realidad de una de ellas no puede cubrir también la de la segunda, ya que la primera es inevitablemente distinta de la segunda (pues no existen las esencias o realidades universales presentes en varios objetos). La idea nietzscheana de la realidad induce a pensar que no podemos utilizar las palabras de un modo unívoco; lo más que concede es el uso análogo o metafórico del lenguaje: la metáfora es mejor modo de captar la realidad que el concepto preciso pues la metáfora implica desigualdad entre los objetos, no presenta significados sino que los sugiere y  nos permite la posibilidad de completar el significado a partir de nuestra propia ex­periencia del mundo. En definitiva, para Nietzsche, el arte es un medio más adecuado de expresar el mundo que la filosofía.
         Objetividad de la lógica: las leyes de la razón son también leyes del mundo. Los principios básicos a los que se somete la razón cuando se utiliza adecuadamente (la lógica), son también los principios básicos de la realidad. Este principio es común a toda la filosofía tradicional, aunque interpretado en términos radicales por las corrientes racionalistas y más moderados por las de orientación empirista. Frente a este punto de vista, Nietzsche afirma el carácter irracional del mundo: la lógica, la razón son invenciones humanas, las cosas no se someten a regularidad alguna, el mundo es la totalidad de realidades cambiantes, esencialmente distintas unas a otras, y acogen en su interior la contradicción. La metafísica tradicional pudo defender su punto de vista porque creyó en la existencia de un mundo verdadero. Si negamos la existencia de dicho mundo, como propone Nietzsche, parece inevitable declarar la irracionalidad de lo existente.
         Objetividad del conocimiento: La filosofía tradicional creyó posible utilizar la razón desprendida de cualquier elemento subjetivo que pudiera afectar a su imparcialidad, creyó en el conocimiento objetivo del mundo, válido para todos. Nietzsche considera que esta confianza en las posibilidades de la razón descansa en una creencia más básica, la creencia en algún tipo de realidad absoluta (el Mundo de las Ideas de Platón o el Dios cristiano); sin embargo si esta realidad absoluta es una construcción de la fantasía humana, dicha confianza carece de sentido. Aún podemos hablar de conocimiento, concluye Nietzsche, pero aceptando su carácter relativo, subjetivo; todo el conocimiento humano es mera interpretación del mundo, depende de la perspectiva vital en la que se encuentra el individuo que lo crea.  Frente a Platón, Aristóteles, Santo Tomás, Descartes y gran parte de lo mejor de la tradición filosóficas,defiende una tesis radicalmente contraria al objetivismo y conecta con otra línea filosófica históricamente más desacreditada: el relativismo, escepticismo y subjetivismo. Nietzsche defiende el perspectivismo, para el que todo conocimiento se alcanza desde un punto de vista, del que es imposible prescindir: las características del sujeto que conoce (psicológicas, sociales, físicas, la peculiaridad personal, la misma biografía) hacen imposible superar la propia perspectiva; no podemos desprendernos de nuestra subjetividad cuando intentamos conocer la realidad.
       Junto con ello, Nietzsche critica las siguientes creencias básicas relacionadas con la práctica científica:
         La existencia de leyes naturales.  Las leyes que el científico cree descubrir son invenciones humanas; no existen regularidades en el mundo, no hay leyes de la Naturaleza. Si por leyes naturales entendemos supuestos comportamientos regulares de las cosas, Nietzsche rechazará la existencia de dichos comportamientos regulares y necesarios, al considerar que las relaciones entre las cosas no son necesarias, son así pero podrían perfectamente ser de otro modo. Las cosas se comportarían siguiendo leyes o necesariamente si hubiese un ser que les obligase a ello (Dios) pero Dios no existe; las leyes y la supuesta necesidad de las cosas son invenciones de los científicos.
        La validez del ejercicio de la razónLa razón no se puede justificar a sí misma: ¿por qué creer en ella?; la razón es una dimensión de la vida humana, aparece de forma tardía en el mundo y muy probablemente, dice Nietzsche, desaparecerá del Universo; y nada habrá cambiado con dicha desaparición. Junto con la razón, en el hombre encontramos otras dimensiones básicas (la imaginación, la capacidad de apreciación estética, los sentimientos, el instinto,...) y todas ellas pueden mover nuestro juicio, todas ellas son capaces de motivar nuestras creencias. La razón no es ni mejor que otros medios para alcanzar un conoci­miento de la realidad (en todo caso es peor puesto que el mundo no es racional). La ciencia se equivoca al destacar exageradamente la importancia de la razón como instrumento para comprender la realidad.
         Legitimidad de las matemáticas: para la ciencia actual la matemática puede expresar con precisión el comportamiento de las cosas, para Nietzsche, sin embargo, esta forma de entender el mundo es aún más errónea que otras formas de cientificidad: las matemáticas puras no describen nada real, son invenciones humanas; en el mundo no existe ninguna de las perfectas figuras a las que se refiere la geometría, ni  números, ni siquiera unidades. Cuando decimos que algo es una cosa, lo que hacemos es simplificar la realidad que se nos ofrece a los sentidos, someterla a un concepto, esconder su pluralidad y variación constante. Las matemáticas prescinden de la dimensión cualitativa del mundo, de su riqueza y pluralidad.
       Para Nietzsche el origen de la ciencia está en su utilidad, pues permite un mayor dominio y previsión de la realidad, (pero la eficacia no es necesariamente un signo de verdad), y en que es consecuencia de un sentimiento decadente, pues sirve para ocultar un aspecto de la naturaleza que sólo los espíritus fuertes consiguen aceptar: el caos originario del mundo, la dimensión dionisíaca de la existencia; la ciencia nos instala cómodamente en un mundo previsible, ordenado, racional.

III.2. A la metafísica
      La filosofía presenta una idea del mundo totalmente inadecuada: en primer lugar por considerar al mundo como un cosmos y no como un caos, por creer en la racionalidad intrínseca de la realidad. La invención del Mundo Racional trae consigo la invención de los conceptos básicos de toda la metafísica tradicional (esencia, substancia, unidad, alma, Dios, permanencia, ...); estas entidades son puras ficciones, consecuencia del poder fascinador de la razón. Dado que el mundo que percibimos presenta características contrarias (corporeidad, cambio, multiplicidad, nacimiento y muerte), los filósofos acaban postulando el “platonismo”, la existencia de dos mundos, el mundo de los sentidos, pura apariencia, irrealidad, y el Mundo Verdadero, el Ser, dado a la razón, y horizonte último de nuestra existencia. Una consecuencia de la invención del Mundo Verdadero es la valoración positiva del mundo del espíritu y negativa de la corporeidad. La filosofía tradicional comienza con Platón, quien se inventa un mundo perfecto, ideal, absoluto, al que contrapone el desvalorizado mundo que se ofrece a los sentidos. Platón identifica el Ser con la realidad inmutable y absoluta y relega al mundo de la apariencia lo que se ofrece a los sentidos (lo cambiante, la multiplicidad, lo que nace y muere). La filosofía posterior acepta este esquema mental básico, aunque lo exprese con distintas palabras.
         Para Nietzsche, y frente a la interpretación habitual, los griegos no descubrieron sino que inventaron la racionalidad y el supuesto carácter ordenado del mundo. Encuentra nuestro autor un origen psicológico de la metafísica: la metafísica es un signo de determinadas tendencias antivitales, guiadas por un instinto de vida decadente y contrario al espíritu griego anterior. La falta de instinto, el tono vital disminuido, permitió la exageración del papel de la razón, de la vida consciente, y la aparición de las fantasías metafísicas al estilo del Mundo Verdadero, Eterno, Inmutable propuesto por Sócrates y Platón. La raíz moral (inmoral, dirá Nietzsche) que motivó la aparición de la filosofía platónica fue el temor al cambio, la muerte y la vejez. Las cate­gorías metafísicascomo substancia, ser, esencia, unidad son puras invenciones para en ellas encontrar el reposo, la regularidad y calma ausentes del único mundo existente, el que se ofrece a los sentidos. La metafísica plató­nica –y toda la occidental– es un síntoma de resentimiento ante el único mundo existente, miedo al caos. Pero Nietzsche encuentra también en la influencia de la gramática otro origen de la metafísica; el lenguaje da lugar a una visión errónea de la realidad: la estructura sujeto-predicado, común a nuestras lenguas y la primacía que tienen las frases con el verbo ser, favorecen una interpretación substancialista de la realidad, la creencia en entidades dotadas de rasgos permanentes y propios, de sustancias. Además, gracias al lenguaje hablamos de distintas cosas mediante las mismas palabras, lo cual parece suponer que existen semejanzas entre aquellas, cuando no identidad; mediante los conceptos –las “células” básicas del lenguaje–  creemos posible referirnos a lo universal, lo que favorece la creencia en la existencia de esencias, de naturalezas universales. Si nuestra gramática fuese distinta, nuestra forma de entender el mundo sería también distinta; Sólo la superación de la creencia en la gramática puede superar también la concepción típica de la metafísica tradicional.
       Las criticas anteriores muestran la enorme distancia que separa a Nietzsche de toda la filosofía precedente: Nietzsche rechaza las creencias de que el mundo es un cosmos y de que la razón –el logos– puede captar lo real; creencias que están a la base de la filosofía, de la ciencia y de la cultura occidental en su conjunto. La filosofía de Nietzsche tiene una orientación claramente irracional, y hace imposible el lenguaje, el conocimiento y la  filosofía entendida al modo en que aparece en Grecia en el siglo VI a.C..
           
III.3. A la moral tradicional
       El dogmatismo moral consiste en creer en la objetividad y universalidad de los valores morales: el cristianismo sitúa los valores en el ámbito eternoe inmutable de la mente de Dios; pero la moral tradicional, dice Nietzsche, se equivoca totalmente pues los valores morales no tienen una existencia objetiva, ni como una dimensión de las cosas, ni como realidades que estén más allá de éstas, en un mundo objetivo; los valores los crean las personas, son proyecciones de nuestra subjetividad, de nuestras pasiones, sentimientos e intereses, los inventamos, existen porque nosotros los hemos creadoLa moral tradicional creyó también que las leyes morales valen para todos los hombres y que si algo es bueno es bueno para todos. Esto, por ejemplo, indicaba el imperativo categórico kantiano y la consideración tomista de la ley moral como consecuencia de la ley natural y ésta de la ley eterna. Nietzsche niega este segundo rasgo del dogmatismo moral: si realmente los valores existiesen en un Mundo Verdadero y Objetivo podríamos pensar en su universidad, pero no existe dicho Mundo, por lo que en realidad los valores se crean, y por ello cambian y son distintos a lo largo del tiempo y en cada cultura. Una vez criticado el fundamento absoluto que sirve de soporte a la validez de la moral, no se puede pensar en su universalidad. Por otra parte, la moral tradicional es antivital: Nietzsche afirma que todas las tablas de valores son inventadas, pero hay algunas mejores que otras; el criterio utilizado para esta apreciación es el de la fidelidad a la vida: los valores de la moral tradicional son contrarios a la vida, a sus las categorías básicas involucradas en la vida. La moral tradicional (la moral cristiana) es “antinatural” pues presenta leyes que van en contra de las tendencias primordiales de la vida, es una moral de resentimiento contra los instintos y el mundo biológico y natural, como se ve en la obsesión de la moral occidental por limitar el papel del cuerpo y la sexualidad.
         El dogmatismo moral implica también la idea de pecado y culpa y la de la libertad. La idea de pecado es una de las ideas más enfermizas inventadas por la cultura occidental: con ella el sujeto sufre y se aniquila a partir de algo ficticio; no existe ningún Dios al que rendir cuentas por nuestra conducta, sin embargo el cristiano se siente culpable ante los ojos de Dios, se siente observado, valorado por un Dios inexistente, del que incluso espera un castigo. El cristianismo (y todo el moralismo occidental) tiene necesidad de la noción de libertad pues para poder hacer culpables a las personas es necesario antes hacerlas responsables de sus acciones. El cristia­nismo considera a las personas libres para poder castigarlas. Los valores tradicionales son los de la moral de esclavos y frente a ellos Nietzsche propone la moral de los señores, los valores del superhombre y de afirmación de la vida.

III.4. A la religión
        El cristianismo lleva hasta el final el desprecio por la vida iniciado por la filosofía platónica y su superación radical es necesaria para la aparición del hombre nuevo, del superhombre. Nietzsche parte del ateísmo: la religión no es una experiencia verdadera pues Dios no existe; y explicó cómo se ha podido vivir durante tanto tiempo en esta ilusión con el argumento que ya vimos en su crítica a la metafísica: el estado de ánimo que promueve el éxito de las creencias religiosas, de la invención de un mundo religioso, es el de resentimiento, el de no sentirse cómodo en la vida, el afán de ocultar la dimensión trágica de la existencia. Nietzsche se enfrenta a los siguientes elementos de la religión cristiana: 
1. La “metafísica cristiana”: el cristianismo es “platonismo para el pueblo”, comparte el mismo espíritu que anima a Platón, la incapacidad vital para aceptar todas las dimensiones de la existencia y el afán de encontrar un consuelo fuera de este mundo. El cristianismo no añade nada esencialmente nuevo a la filosofía platónica al presentar una escisión en la realidad: por un lado el mundo verdadero, eterno, inmutable, en donde se realiza el Bien, la Verdad y la Belleza, y por otro el mundo aparente, cambiante, abocado a la muerte e imperfecto; el mundo del espíritu frente al mundo de la corporeidad.
2. La moral cristiana: el cristianismo fomenta los valores propios de la “moral de esclavos” (humildad,  sometimiento, pobreza, debilidad, mediocridad), y, añade Nietzsche, los valores mezquinos (obediencia, sacrificio, compasión, sentimientos propios del rebaño); es la moral vulgar, la del esclavo, de resentimiento contra lo elevado, noble, singular y sobresaliente; es la destrucción de los valores del mundo antiguoCon el cristianismo, dice Nietzsche, se presenta también una de las ideas más enfermizas de nuestra cultura, la idea de culpabilidad, de pecado, de la que sólo se puede huir con la afirmación de la “inocencia del devenir” o comprensión de la realidad y de nosotros mismos como no sometidos a legalidad alguna, a ningún orden que venga de fuera, con la reivindicación de la conducta situada “más allá del bien y del mal”. 
3.  Influencia “perversa” del cristianismo: todo el pensamiento occidental queda viciado por su punto de vista, es el corruptor de la filosofía europea, ésta “lleva en sus venas sangre de teólogos”.
4. Valoración de Jesús: Nietzsche no valora tan negativamente la figura de Jesús ni del cristianismo primitivo pues considera que el llamado cristianismo debe más a San Pablo que a Jesús. Presenta a Jesús  como un revolucionario, un anarquista contrario a todas las manifestaciones del orden, del poder religioso tradicional, uno de los más destacados defensores de la renuncia a la violencia y a los brillos mundanos de sus contemporáneos; y por esta actitud subversiva fue crucificado.
5. Politeísmo frente a monoteísmo: aunque todas las religiones son falsas, unas son más adecuadas que otras. El politeísmo es falso pero expresa mejor la riqueza de la realidad que el monoteísmo pues  no se ha separado radicalmente de la vida: el mundo de los olímpicos, por ejemplo, refleja la pluralidad y riqueza de la realidad, sus aspectos luminosos, ordenados y positivos y los oscuros, caóticos y negativos; el monoteísmo representa el extravío de los sentidos, el invento de un transmundo, la desvalorización del verdadero mundo y la máxima hostilidad a la naturaleza y a la voluntad de vida. El concepto de Dios  refleja los valores en los que cree una cultura, así el Dios cristiano representa los valores negativos y contrarios a la vida, mientras que el mundo divino propuesto por el politeísmo representa los valores afirmativos, la fidelidad a la Naturaleza. La superación del cristianismo (y la consiguiente “muerte de Dios”) ya iniciada por la Ilustración es fundamental para la transmutación de todos los valores, para la recuperación de los valores de la antigüedad perdidos tras la aparición de esta religión y de la filosofía. 

sábado, 15 de noviembre de 2014

moralejas de sábado

La historia del lápiz.

El niño miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado, le preguntó:
–¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, quizá, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y dijo al nieto:
–Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada de especial.
–¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
–Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán de ti una persona por siempre en paz con el mundo. Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. A esta mano nosotros la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Segunda: de vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final está más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
Tercera: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Finalmente, la quinta cualidad del lápiz: siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará trazos, e intenta ser consciente de cada acción.

viernes, 14 de noviembre de 2014

FRIEDRICH ENGELS

FRIEDRICH ENGELS

Teórico socialista alemán nació en Barmen en 1820 y murió en Londres en 1895.
Procedente de una familia de ricos industriales luteranos, Friedrich Engels estaba destinado a suceder a su padre, pero su inclinación natural le llevó hacia los problemas literarios y filosóficos. Tras un viaje a Italia en 1841, siguió los cursos de la Universidad de Berlín frecuentando el circulo académico “die Freien”, formado por jóvenes “hegelianos de izquierda”, cuyo objetivo era destruir la religión tradicional y el estado existente. En 1842 el joven Engels publicó un estudio sobre Schelling y la Revelación, en el que criticó la filosofía idealista de Schelling. Después de esta época, abandonó las creencias religiosas. Al mismo tiempo conoció a Karl Marx, redactor jefe de la Rheinische Zeitung, y se fue a Manchester, donde la empresa de su padre poseía una fábrica de algodón.
En Gran Bretaña, Engels tomó contacto con la vida obrera; tuvo ocasión de observar detenidamente los fenómenos sociales vinculados al capitalismo industrial. A su vuelta (1844), pasó por París, donde se encontró de nuevo con Marx, al que le unió una estrecha amistad, amistad que desempeñó un importante papel en la elaboración del socialismo científico.
Porque “la presencia al lado de Marx de este amigo que tenía una experiencia inmediata y viva de la situación obrera aceleró el difícil proceso de razonamiento del joven hegeliano convertido (Marx), que luchaba contra los acreditados fantasmas de la filosofía y la religión: Iglesia, ideas eternas, “conciencia de si mismo”, espíritu absoluto, estado....”. En 1845 Engels, cuya acción y método intelectual fueron en adelante inseparables de los de Marx, publicó en Leipzig el resultado de sus observaci9ones y discusiones en Die Lage der arbeitenden Klasse in England (La situación de la clase trabajadora en Inglaterra), donde apareció como el fundador de la sociología obrera y donde se elaboraron las ideas-clave de lo que sería el marxismo.
Engels y Marx, al escribir la sagrada familia (1845), crítica del idealismo neohegeliano, y La ideología alemana (1845-1846), donde se aclaraban las bases del materialismo histórico, establecieron contacto, en París y en Bruselas, con las organizaciones obreras más o menos clandestinas. En la primavera de 1847, Josef Moll (1812-1849), exiliado en Londres, invitó a los dos amigos a adherirse a la Liga de los justos, que conservaba todavía vagamente las ideas de Babeuf. Ellos aceptaron , cuando se reunió en Londres el primer congreso de la Liga (junio de 1847): Engels participó en él como delegado del grupo comunista de París. Fue un congreso de capital importancia porque, al eliminar la terminología humanitarista, sus participantes dieron origen al socialismo científico; por otra parte la liga se llamó Liga de los comunistas, cuyo objetivo era “la transformación de la burguesía, el establecimiento del dominio del proletariado, la abolición del orden social burgués basado en los antagonismos de clase, y el establecimiento de un nuevo orden social en el que ya no habrá clases ni propiedad privada”.
Durante un segundo congreso, se les confió a Marx y a Engels la redacción del manifiesto de la Liga. Algunos días antes de la apertura del congreso, Engels terminó el Catecismo comunista (Grundsätxe des Kommunismus) que, publicado en 1913 solamente por Eduard Bernstein, sirvió de esquema para el célebre Manifiesto del partido comunista, cuya “idea fundamental y directriz” así como su forma literaria procedían de Marx, según el testimonio del mismo Engels. El Manifiesto sólo se terminó algunas semanas antes de la revolución de 1848.
Secretario del Comité central de la Federación de los Comunistas de Bruselas, Engels, en la primavera de 1848, volvió a Alemania, donde fundó la Neue Rheinische Zeitung de Colonia; su participación en la revolución de Barmen, y luego en el Palatinado con un cuerpo de voluntarios, le obligó a huir de la policía y a refugiarse en Suiza. Engels explicó el fracaso de los republicanos alemanes en Revolución y contrarrevolución en Alemania (1851-1852). De Suiza se marchó a Italia y luego a Gran Bretaña.
Mientras que Marx se estableció definitivamente en Londres (agosto de 1849), Engels se asoció a la dirección de la sucursal de Manchester de la casa Ermen y Engels. Su actividad industrial y comercial le permitió, por una parte, profundizar en sus observaciones e investigaciones sobre el mundo del trabajo, y por otra parte subvenir las necesidades de varios socialistas alemanes exiliados, especialmente de la familia Marx. Al mismo tiempo, colaboró en numerosos periódicos y revistas, aportando artículos filosóficos y también informes acerca del arte militar, en el que se interesó como revolucionario. Tras haber dejado la sucursal de Manchester (1869), Engels se estableció en Londres en 1870 y en adelante se dedicó exclusivamente a escribir. Su colaboración con Marx fue tan estrecha que es muy difícil determinar la parte que le corresponde -que fue importante- en su obra conjunta. Ciertamente, la experiencia de Engels suministró un rico material a El Capital de Marx, cuyos libros II y III publicó(1885-1894) tras la muerte de su amigo en 1883: sus prólogos demuestran que Engels fue, especialmente, un genial teórico de la historia de las ciencias.
Al último periodo de la vida de Engels corresponden también numerosos estudios y obras, entre los que hay que destacar varios libros. El Anti-Dühring (1878), que se titula de hecho la Transformación de la Ciencias por el señor Dühring, constituido por una serie de artículos aparecidos en el órgano social demócrata Vorwärts para rechazar, a la luz de la dialéctica marxista, las debilidades de la dialéctica hegeliana e idealista tal como era expresada por el economista alemán Eugen Dühring. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (Sttugart, 1888) sitúa históricamente el materialismo dialéctico; la Dialéctica de la naturaleza (1873-1883, publicada en 1925 en la URSS), aplica este materialismo a la explicación de las diversas leyes de la naturaleza; el Origen de la familia, de la propiedad privada y del estado (Zurich 1884), donde hizo la misma aplicación a la familia, a la propiedad y al estado. También se atribuye a Engels la actualización y edición de numerosos manuscritos de Marx. La publicación, en curso, de su correspondencia con Marx, constituye una obra de gran importancia.
Tras haber participado en la fundación, en Londres, de la I Internacional. Engels fue el centro de la naciente II Internacional y, especialmente después de 1883 fue el verdadero padre espiritual del socialismo europeo; su voluminosa correspondencia demuestra la importancia y variedad de sus consejos e intervenciones.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Karl Marx

KARL MARX
1. CONTEXTO HISTÓRICO Y FILOSÓFICO.
Marx pasa gran parte de su vida en Inglaterra, primer lugar en el que se da la revolución industrial con todas sus consecuencias: explotación de los trabajadores, pobreza, malas condiciones laborales, situación precaria del proletariado, etc. Es allí donde surgen como consecuencia los primeros movimientos obreros.
Marx representa la práctica activa de la lucha de clases, lucha que debe proseguir hasta reducir las relaciones de dominio y explotación entre los hombres.

Vida y obras:
Carlos Marx nació en Trèveris, en 1818. Su familia (son pobres, viven en una situación precaria) es de origen judío, aunque el padre se convierte al protestantismo y Marx se bautizado en 1824. Cursa estudios universitarios (Marx no era filósofo inicialmente, sino economista) en Bonn y Berlín. En esta ciudad conoce a los jóvenes hegelianos y establece fuertes lazos de amistad con Bruno Bauer. En 1842 colabora en la revista La Gaceta Renana, de la que llega a ser redactor-jefe. Esta época marca su separación de la filosofía hegeliana. En 1843 Marx se traslada a París tras el cierre de la revista que dirige. De esta época son sus estudios críticos sobre Hegel y Feuerbach, así como los contactos con los socialistas franceses, Proudhon (creador del socialismo utópico: Filosofía de la miseria) y Louis Blanc, y con el ruso Bakunin. Aquí también conoce a Engels, con quien mantendrá la amistad hasta su muerte, junto a éste nació el Marximo. Expulsado de Francia en 1845, marcha a Bruselas, donde escribe Once tesis contra Feuerbach, cuya frase final dice que la tarea de la filosofía no es interpretar el mundo, sino transformarlo. En 1947, por encargo de la Liga Comunista, escribe en colaboración con Engels el conocido Manifiesto Comunistas, que se publica en Londres un año más tarde. Vuelve a Alemania para poner allí en marcha la revolución. Fracasada ésta regresa a París, de donde es expulsado nuevamente en 1849. Se instala definitivamente en Londres, donde dedica sus esfuerzos a la preparación de su obra más famosa: El Capital. Muere en 1883.
La obra más destacada de Marx, que se publica en vida del autor, es, sin duda, el primer volumen de El Capital (1867).
También cabe citar La sagrada familia y el Manifiesto Comunista, en colaboración con Engels; La miseria de la filosofía (plantea que hay que hacer un socialismo más científico),Crítica a la economía política (1859, materialismo histórico), muchos artículos editados por distintos periódicos y algunos escritos histórico-políticos.
Entre los escritos de Marx publicados después de su muerte sobresalen su tesis doctoral, la Crítica de la filosofía hegeliana del derechola ideología alemanaElementos fundamentales para la crítica de la economía política conocida como los Grundisse, los Manuscritoseconómico-filosóficos y el segundo y tercer volumen de El Capital.
2. FILOSOFÍA MARXISTA.
Antropología marxista (concepción del hombre).
Basada en cuatro puntos: cada uno es una crítica a otros filósofos:
  • A Hegel (creador del sistema idealista). Habla del hombre con mayúsculas, de la idea, en abstracto. Marx afirma que el hombre es una cosa concreta, sensible, lejos de ser algo abstracto. En esto, Marx coincide con Feuerbach.
  • A Feuerbach. Sólo le interesa lo mental del hombre, imaginación, pensamiento, ideas… Marx dice que Feuerbach se queda sólo con la parte teórica, pero el hombre tiene necesidades materiales, trabajo material.
  • A Feuerbach. Aunque tienen en común que el hombre es un ser social y que tienen que compartir unos con otros, Feuerbach considera que su convivencia siempre tiene el mismo tipo de relación. Marx dice que no hay que olvidar el hecho histórico. Las sociedades humanas van evolucionando y esto genera que se den relaciones distintas entre los grupos. Feuerbach no ha visto la evolución histórica.
  • Economía: el hombre es la pieza fundamental del engranaje productivo (mano de obra, obrero). Marx cree que el hombre no puede ser considerado como un animal de trabajo (como hasta entonces estaba considerado), que sea un ser alineado.
Para Marx el papel de la filosofía es claro y tajante: debe convertirse en práctica, ponerse al servicio del hombre concreto para liberarlo de lasalienaciones a las que se ve sometido. La filosofía debe centrarse en el estudio del mundo real, realidad empírica y material, para sentar las bases de la transformación activa de esa realidad. Por eso integra la praxis como elemento principal de la filosofía.
El problema que preocupa a Marx es siempre el mismo: la defensa y liberación del hombre concreto, sometido a humillaciones, esclavitudes y desprecios. Lo que cambian son las estrategias para lograr el objetivo. Sólo el hombre oprimido, constituido en clase, la clase obrera, y por un método rigurosamente científico de análisis de la situación histórica, puedes ser el artícife de su propia liberación.
El humanismo de Marx.
La mayoría de los hombres, los proletarios, viven explotados y humillados por una minoría burguesa y capitalista, que impide a los primeros realizar las inmensas posibilidades de su libertad.
Preocupado por devolver al hombre su dignidad, Marx plantea, en su análisis de la sociedad, el camino que la filosofía debe emprender para llegar a la liberación del hombre. Aquí se sitúan los intentos concretos para eliminar las distintas alienaciones.
En su proceso analítico de la historia, Marx detecta tres tipos de alienación: la alienación religiosa, la alienación ideológica y la alienación económica o del trabajo.
3. ALIENACIONES Y TIPOS.
Hegel y Feuerbach ya habían utilizado el concepto de alineación. Marx hereda este término de Hegel, pero en otro sentido. Feuerbach en cambio, le da un sentido religioso: piensa que el hombre ha inventado la idea de Dios para consolar sus males. Proyectan en Dios sus cualidades positivas de manera infinita, desposeyéndose así de ellas (con lo cual están alienados).
La palabra viene de alienum, que significa algo ajeno o extraño. Es el acto por el cual se traspasa la propiedad de una cosa. En el marxismo,alienación es la expropiación de la libertad, capacidad de pensar y trabajo del hombre a causa del sistema económico capitalista en el que se ve inmerso; también se dice que es la situación histórica en la que el hombre se encuentra en el ámbito del proceso del trabajo capitalista al no advertir la dependencia que toda obra humana tiene de las condiciones materiales de producción.
Consecuencias de la alineación.
La propiedad privada. Si se elimina ésta, desaparecería la alienación (si no hubiera propiedad privada no habría gente que quisiera trabajarla y enriquecerse a su costa, trabajándolo con otros).
Alienación religiosa.
Para Marx, la religión es la premisa de todas las demás alienaciones porque la religión proyecta al hombre fuera del mundo real, llevándolo a un mundo ficticio. De esta manera, la religión es alienación, ya que provoca la escisión entre el mundo concreto en que vive el hombre y el mundo ideal, al que lo remite, haciendo así posible cualquier otro tipo de alienación (afirmaciones recogidas de Feuerbach).
La religión no sólo es alienación de cada hombre individual, sino instrumento de la clase dominadora, para oprimir a los dominados. La alienación religiosa cumple así una función social, es “opio del pueblo”.
Hay formas de alienación más importantes, como la ideológica y le económica, aunque no son tampoco las únicas.
Alienación ideológica.
La naturaleza, y el hombre, que forma parte de ella, son lo único real. El hombre es un proceso, es producto, no sólo de la naturaleza, sino también de la sociedad. Por tanto, está en las manos del hombre la posibilidad de cambiar las circunstancias materiales y sociales que están en la base de la alienación humana actual. Quedarse en la teoría, aislada de la praxis, sólo se explica por el desgarramiento y contradicción de la situación actual, pero sólo con la práctica revolucionaria es posible llevar hasta el final las posiciones teóricas; esto es, la alienación ideológica puede ser superada mediante la eliminación de las contradicciones materiales que la sustentan.
Alienación económica o del trabajo.
Donde se da la forma más pura de alienación es en el trabajo. Para Marx, lo que identifica al hombre, en cuanto capacidad de producir con sus propias manos sus medios de subsistencia. La raíz última de la vida humana está en el trabajo. Marx piensa que lo que realmente distingue al hombre es su capacidad de producir, el trabajo. Pero, ¿por qué el trabajo aliena al hombre? La respuesta está en las condiciones reales en las que se da el trabajo del hombre proletario. En el proletariado, el productor del trabajo se opone al trabajo y al trabajador como un ser extraño o un poder independiente. El trabajo queda objetivado y se convierte en mercancía.
De este modo lo que cobra valor es la mercancía y no el trabajador.
La razón fundamental de este hecho radica en el sistema de trabajo que establece el capitalismo. La liberación del trabajador respecto del sistema en que se ve envuelto, el capitalismo, es la base de toda recuperación, ya que apropiándose de su propia actividad, es como volverá el hombre a ser él mismo.
Alienación filosófica.
Consiste en el espejismo de pretender contemplar o interpretar la realidad al margen de la praxis, es decir, de las condiciones reales o materiales de la existencia humana.
Alienación política.
Consiste en suponer que el Estado representa la conciliación de intereses particulares cuando en realidad es un instrumento represivo de la clase dominante.
Alienación social.
Consiste en proyectar el conflicto de clases sobre el plano ilusorio de una sociedad armónica ocultando la realidad de la lucha de clases, ya que la lucha de clases no es algo accidental sino constitutivo.
Las clases sociales.
En principio, Marx entiende por clase social un grupo de individuos con intereses comunes. Más adelante insiste en que hay sólo dos clases sociales significativas: la clase de los burgueses y la clase proletaria. Éstas deben tener conciencia de clase porque es en ella donde cristalizan con más fuerza las contradicciones del sistema capitalista. La clase burguesa detenta el poder y las fuerzas económicas. La clase proletaria se define por la negación absoluta de lo que define a la clase burguesa.
La historia entera se resume en la historia de la lucha dialéctica de estas dos clases, aunque es en el sistema capitalista donde se da de forma más clara la contradicción entre ambas. Marx dedica todo su esfuerzo a concienciar a la clase proletaria, porque piensa que la historia aporta las condiciones objetivas para que se dé ya la superación de esta contradicción entre las clases explotadora y explotada.
4. MATERIALISMO HISTÓRICO.
Modos de producción, relaciones de producción.
En el sistema de Marx hay una idea básica. El trabajo actúa, independientemente de la voluntad del hombre, como elemento transformador de la realidad. El mundo depende de los modos de producción de los medios materiales y de las relaciones de producción; unos y otros constituyen las bases para comprender la historia de las transformaciones sociales. Todo lo demás (las instituciones, las leyes, la cultura) está subordinado a los modos de producción. Es la sociedad civil, como conjunto de relaciones económicas. Éste es el principio (el de la satisfacción de las necesidades humanas, lo económico), por el que se mueve la historia. Marx busca una conexión racional de los hechos en el nivel real de necesidades humanas, que incluye a la razón, pero sin limitarse a ella.
En síntesis, los recursos que se encuentran en la naturaleza, los modos de producirlos y las relaciones de producción (amo-esclavo, campesino-señor, oficial-maestro, obrero-empresario), determinan el entramado social y permiten establecer el tipo de estructuras sociales. Se trata de detectar el factor económico presente en toda actividad humana, el cual es la base de la historia. Esto constituye lo que más se llama materialismo histórico, entendido como explicación de las estructuras sociales y de las leyes que rigen sus cambios históricamente constatables.
Marx aplica este principio a la sociedad capitalista de su época, pero lo considera también válido para el análisis de cualquier tipo de sociedad.
Infraestructura, estructura y superestructura.
Marx establece que las contradicciones del sistema capitalista radican en las relaciones de producción, pues éstas no son más que la lucha por el dominio de los medios necesarios para conseguir el producto. La contradicción surge cuando el trabajo es propiedad de la clase proletaria y los medios son propiedad de la clase capitalista; de esta forma el trabajo humano se convierte en una mercancía más, que cae dentro de las leyes del mercado.
La relación entre el propietario de los medios de producción y el trabajador está en la base del entramado social, y permanece oculta. Es lainfraestructura.
La estructura está constituida por los principios económicos de explicación de lo real. La superestructura es el montaje jurídico-ideológico-religioso para justificar una determinada estructura económica. La superestructura tiende a perpetuar la estructura, pero las relaciones de producción, que se dan a nivel de infraestructura, cambian, y este cambio obliga a cambiar también la superestructura, que debe buscar otros criterios de justificación distintos.
5. CRÍTICA A LA ECONOMÍA POLÍTICA.
Situación del proletariado y propiedad privada.
Marx hace un profundo estudio de la ciencia económica en su gran obra El Capital.
El sistema capitalista -señala Marx- hace que la vida del trabajador sea penosa; el trabajador es reducido a un eslabón dentro de la cadena de producción y su función queda relegada a un segundo plano; a fin de cuentas el trabajador no es más que una mercancía más.
¿Qué factores desencadenan esta situación? Marx distingue tres elementos: en primer lugar, la aparición de la máquina, que hace el papel del hombre en la producción. En segundo lugar, las leyes del mercado, la oferta y la demanda, que obligan a abaratar los costos de producción para poder competir. Por último, la propiedad privada, que permite al empresario disponer de los medios de producción de forma que al obrero sólo le queda su fuerza de trabajo, expropiada del mismo fruto que produce.
Para Marx, el mal radica en las leyes de la economía y en la propiedad privada. Es necesario transformar éstas y ponerlas al servicio de todos los hombres.
Valor de uso y valor de cambio. Plusvalía.
En toda mercancía, Marx distingue entre su valor de uso y su valor de cambio. El valor de uso es la utilidad que, en virtud de sus propiedades, tiene una mercancía, para satisfacer determinadas necesidades.
El valor de cambio de esa misma mercancía es la proporción cuantitativa por la que se cambia (bien por otra mercancía, bien por dinero). Este valor de cambio no atiende a la naturaliza misma de las mercancías, sino al valor que ésta tiene en el mercado. Marx constata que el valor de cambio se presenta como un valor relativo y exterior a las mercancías, que supera al valor de uso. La mercancía constituye únicamente un medio para obtener dinero. Lo que interesa es obtener dinero, valor de cambio universal. El dinero final obtenido en este tipo de economía es igual al dinero dado al comienzo, más un excedente; a este excedente es a lo que Marx llama plusvalía.
La clave para la obtención de la plusvalía está en el trabajo del obrero. El capitalista descubre que este trabajo se puede comprar a un precio inferior al de la mercancía, pudiendo así obtener mayores beneficios. El capitalista puede comprar a bajo coste el trabajo del obrero, robándole parte del valor de su trabajo.
Crisis del sistema capitalista.
Marx está convencido de que las correcciones que se pueden introducir en el sistema capitalista no bastan para solucionar las crisis que provoca y que lo que entra en crisis es el sistema mismo. Esta contradicción interna del sistema capitalista pone, según Marx, las condiciones objetivas para la destrucción del mismo.
Por otra parte, esta situación de crisis hace que el conjunto de proletarios tome conciencia de la situación en que se encuentra. Se dan, pues, los elementos necesarios, o condiciones objetivas y conciencia de la clase obrera, para acabar con el sistema, que reduce a la mayoría de los hombres a un estado miserable, y los despoja de lo que los define como hombres, el producto de su trabajo.
6. LA REVOLUCIÓN COMO CONDICIÓN DE LA LIBERACIÓN.
Puesto que se dan las condiciones objetivas (las contradicciones internas del propio sistema capitalista), Marx piensa que la historia, el hombre, está en condiciones de dar el salto de la sociedad capitalista a una sociedad socialista, que libere al hombre de sus alienaciones. Ésta es la dialéctica de la historia. Este salto no es posible sin una revolución previa, que suponga la eliminación de las viejas instituciones que hay a nivel de superestructura. La revolución tiene una meta clara: acabar con la propiedad privada, lo cual provoca las diferencias de clases sociales. Pero, para acabar con la propiedad burguesa, Marx propugna un período transitorio en el que el poder político esté en manos de los proletarios. Es la dictadura del proletariado; ésta va a permitir que el poder político recaiga sobre la clase trabajadora, como antítesis al momento precedente, en que el poder residía en el capital.
Marx expone los puntos prácticos sobre los que debe basarse toda dictadura del proletariado, hasta dar paso a un estado sin clases, en que el poder pierde su carácter político.
Surge así el “paraíso comunista”, libre ya de antagonismos, donde el libre desarrollo de cada uno es condición del libre desarrollo de todos.
7. MARCHA DE LA HISTORIA.
Sentido.
El triunfo del proletariado, único capaz de satisfacer el deseo biológico de vivir…Los cambios sociales dan lugar a la Historia, compuesta por las fuerzas productivas y las relaciones de producción basadas en las relaciones de propiedad que son las que dan origen a las clases sociales.
Agentes de la historia.
  • Primario: las fuerzas productivas que motivan la lucha de clases.
  • Secundario: otros elementos culturales.
Desarrollo dialéctico.
  • Tesis: el feudalismo
  • Antítesis: la burguesía (desajuste: tesis del cambio anterior, antítesis: cambio para que el desajuste desaparezca)
  • Síntesis: el proletariado
Cambio: se produce una nueva ideología (superestructura, formas de conciencia) cuando se han cambiado las relaciones de producción.